Necesitaba playa, estaba en pleno invierno y como por arte de magia veía en el periódico de mi ciudad ofertas a destinos en Sudamérica…
San Andrés Colombia se veía interesante, había escuchado que le decían el mar de los 7 colores… Se imaginan? No se diga más, estaba en camino a la agencia que tenía las ofertas.
No hay mejor terapia que el sonido del mar, te tranquiliza, te relaja y es exactamente lo que necesitaba.
Llegamos a la isla la cuál tenía un pequeño aeropuerto donde al bajar del avión sentí ese calor intenso, bastante sofocante para mi que venía de estar abrigada todos los días, pero contenta porque estaba por explorar un nuevo destino. La mayoría de los hoteles no tenía acceso privado a la playa así que me quede en uno que estaba exactamente a una cuadra, bastante básico, pero no necesitás más. Ahorrás y te vas caminando a la playa que está a escasos metros. Dicen que alquilar departamentos con vista al mar es también una opción económica, pero como aproveche los descuentos mi paquete ya venía armado. Cualquier época del año es buena para visitarla pues el clima promedio es de 27 grados y la época de lluvias es mínima.
San Andrés es una isla de sólo 26 km de extensión, la caminas en un día y si no te agrada tanto recorrer las calles a pie, en cada esquina pillás esos carritos de golf que te los alquilan por 20$us el día. Y en una tarde ya recorriste toda la zona turística de la isla.
La playa es divina y tiene una agua cristalina, eso sí para poder entrar tenés que comprarte esos zapatitos de playa porque la arena es bastante dura y corrés el riesgo de cortarte, entonces es mejor siempre con zapatos.
Mi primer día me la pasé botada en la arena disfrutando de la tranquilidad que te da la isla, si quieres protegerte del sol existen lugares con sombra que venden los lugareños por día y por hora, para el segundo día pagamos como 5$us. para subir a una chiva rumbera que es un gran bus de colores vivos que tiene música en vivo y va por toda la isla mostrándote los lugares más emblemáticos de ésta, terminando en una tipo peatonal donde te espera un grupo de baile de música propia de la Isla de San Andrés.
Durante tu estadía y por toda la isla hay un millón de lugareños tratando de venderte paquetes a playas privadas, nado con mantarayas y tiburones, snorkel, visita al acuario, etc. Yo les aconsejo que se vayan directamente a al puerto donde salen todas las lanchas ya que se pillan los mismo tours a menos de la mitad del precio que te los tratan de vender los promotores en cada esquina.
Nosotros escogimos ir primero al acuario y a Johny Cay un islote del que nos habían hablado mucho, nos fuimos en unas lanchitas que by the way iban súper rápido, así que ojo con ponerse salvavidas si o si. Tarda entre 15 y 20 minutos llegar, yo llegué creo que en 10 pero es que mi lancha volaba.
A medida que fuimos avanzando nos adentramos en un manglar: árboles frondosos con raíces bajo el agua, ostiones pegados a los troncos, agua verde esmeralda, parecía que habíamos entrado a otro mundo en un instante. Por un momento sentí un ambiente místico cómo si me encontrara en esas películas de terror donde sale algo del agua y se los come a todos. El guía nos dijo que no sacaramos las manos ya que habían víboras, con eso fue suficiente, no quise imaginar más.
Llegamos a una tipo casa abandonada y el guía nos empezó a contar que aquí se había filmado la película Anaconda, sabía que mi imaginación no me estaba traicionando, fue genial poder apreciar un set de filmación natural de tan cerca.
Ya en la playa, sentí que llegaba a Jamaica, la playa entera estaba llena de letreros y cabañas con colores rojo, verde, amarillo y negro, fotos y pinturas de Bob Marley por toda la isla y la música ni que se diga el Reggae a todo volúmen, sentía que estaba en Jamaica. En este lugar ya la arena es suave y es posible entrar al mar sin los zapatitos que les dije anteriormente. La comida es espectacular y súper económica, bandejas surtidas de calamares, camarones, langostas, acompañadas de los deliciosos patacones típicos de la región.
Al volver pasamos por el acuario natural ubicado en Rose Cay, nunca había visto aguas color turquesa tan resplandecientes que podías divisar a lo lejos, una vez nos bajamos eran tan cristalinas que se veía absolutamente todos y cada uno de los peces, entonces fue momento de hacer snorkel (el snorkel te lo venden en el puerto), existe una enorme cantidad de fauna marina asombrosa y para terminar este recorrido pude nadar con mantarayas, tan lindas en su habitad natural.
Algunos hoteles tienen casas de campo alejadas con una pequeña salida al mar privada, el mío tenía y ofrecía transporte gratuito hacia ella, si bien es bastante lejos vale la pena ya que es la playa más linda y en calma que he visto en mi vida, una paz única y el lugar paradisiaco, cuando subí para almorzar a la casa de campo pude ver con mis propios ojos porqué llaman a San Andrés el mar de los 7 colores.
En San Andrés las compras son libres del cobro de impuestos, si sos compradora compulsiva como yo vas a estar demasiado feliz al ver que puedes adquirir una gran variedad de artículos importados como perfumes, licores, joyería, chocolates y ropa a precios regalados. Las compras en San Andrés se convierten en una increíble alternativa que no podes perderte. En la Avenida Providencia, la Avenida Duarte Blum y en la Avenida Las Américas, hay comercios donde podes adquirir todo tipo de artículos de importación.
Y como último consejo lo mejor que pueden hacer en San Andrés para aprovechar su viaje y dejar que las islas te cambien la vida, es dejarse llevar y disfrutar cada oportunidad de inmiscuirse en la cultura del lugar.